lunes, 1 de abril de 2013

Espejismos

No he vuelto a ser el mismo desde aquella vez que un muerto se presentó en la comisaría para denunciar el hurto de su cadáver. Era uno de esos días en los que llueve al revés, por eso me quedé en el despacho hasta tarde, cuando el último inspector, el último agente de tráfico, se han retirado al dulce hogar después de hacer su ronda.
El muerto, que un día, mucho tiempo atrás, debió de haber sido un auténtico play boy, entró en la comisaría cuando yo me disponía a echarle la sal al café. Goteaba, pero como fuera la lluvia era oblicua, era en el techo donde se formaba la mancha con forma de cara de actriz holliwudiense.
Al principio me pareció extraño: “¿cómo que le han hurtado su cadáver?”, pero en cuanto me contó la historia de su vida lo entendí.Lo comprendí tan bien, lo vi tan meridianamente claro, que supe a ciencia cierta que jamás resolveríamos el caso.

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