Diario de bitácora, noumenía de
metagitnión del año uno de la 459ª olimpiada.
Al alba hemos soltado amarras del
anillo ecuatorial de Gea. En la superficie, aún a oscuras, vemos las
ciudades brillar como perlas mientras la fuerza centrípeta nos aleja
lentamente del planeta. La oikounmene en todo su esplendor.
Nuestro destino final es la Estrella
Nueva del Toro, pero en primer lugar hemos de dirigirnos al punto
GeHelios-2 para poder realizar el salto.
La Nueva sorprendió a todos el pasado
tetarte de ecatombeón, siendo visible en el cielo diurno durante
veintitrés jornadas, y permaneciendo todavía visible a simple vista
por las noches. Se trata de la estrella Gamma del Toro, una gigante
roja cuya vida ha tocado a su fin...
Dekate de metagitnión. Llevamos cinco
jornadas en el punto GeHelios-2, mientras los ingenieros calculan el
punto de inserción menos peligroso para la nave con la ayuda del
ordenador de abordo. Según las teorías de evolución estelar, lo
que nos vamos a encontrar allí será una estrella de neutrones
pulsante, por lo que debemos situarnos fuera del plano del barrido de
su haz de mortífera radiación […]
Aquí siempre estamos iluminados por
Helios, al tiempo que vemos siempre el lado diurno de Gea. Dedico
algunos de mis escasos ratos libres a contemplar por el telescopio la
sucesión de continentes, océanos y mares, que se muestran a medida
que el planeta rota, amén de la evolución de las estructuras
nubosas que juegan a cubrir su superficie. Blanco sobre azul,
manchones verdes y ocres. Un ciclón tropical se dirige
inexorablemente a las Islas Karipona. Es lo último que veo de
nuestro hogar antes del primer salto.
[…]
Dada la imposibilidad de calcular desde
aquí un punto seguro, debido a las interferencias causadas por lo
reciente de la explosión, hemos decidido saltar a un punto
intermedio entre nuestro sistema planetario y la Nueva. Un punto
situado a la mitad de la distancia que nos separa, que es de unos
6300 años luz. A tres mil años luz de distancia podremos observar
claramente la estrella pulsante tal y como la veremos a nuestra
llegada […].
Diario de bitácora. Inserto.
A pesar de que desde niños nos
educamos manejando, entre otros, los conceptos de la Astronomía, y
de mis años de servicio, primero como oficial y luego como capitán
de una nave de exploración interestelar, me sigue causando
escalofríos la enormidad del Cosmos. Cuando se produjo la explosión,
nuestra cultura ni siquiera se había formado, no existía nuestra
lengua, ni la lengua de la que evolucionó nuestra lengua; apenas se
habían empezado a domesticar animales y la agricultura se extendía
lentamente a lo largo y ancho de Gea. Apenas sí existía algo que
pudiera llamrse “ciudad”.
Seis mil trescientos años tardó la
luz en llegar. Y eso que Nueva se halla dentro de nuestra propia
galaxia.
Y nosotros podemos salvar esa distancia
en un instante infinitesimal de tiempo gracias a la métrica de
curvatura. Llevamos casi mil años fundando colonias en Ares y Venus,
tras geotransformarlos; también en los satélites de Zeus y más
allá. Habíamos llegado a los confines del sistema, allí de donde
caen los cometas, pero ante nosotros se abría una brecha, un abismo
insalvable. Desde la consecución el primer salto, hace casi cien
años, nos hemos lanzado a las estrellas. No solo a fundar colonias,
sino a explorar lugares exóticos. La Nueva de este año nos llama a
gritos, así que ahí vamos.
A las 23:00, Meridiano de Atenas,
iniciamos el primer salto.
Proté de metagitnión.
Estamos envueltos en la noche eterna
del espacio interestelar. La luz que nos llega de Helios, ahora una
estrella mortecina apenas visible a través del telescopio, es la
misma que iluminó los días de Sesostris I. Delante de nosotros, la
nebulosa remanente. El oficial jefe científico, nada más observarla
afirmó que le recordaba un cangrejo. Todos estuvimos de acuerdo, así
que la hemos bautizado oficialmente como Nebulosa del Cangrejo. La
vemos como fue hace tres milenios. Cuando lleguemos se habrá
expandido más, pero esencialmente habrá cambiado muy poco.
Deutera de metagitnión.
Una vez calculado un punto de salto
seguro, hemos procedido a activar los impulsores de curvatura. Nos
hallamos a cuarenta Unidades Astronómicas de la estrella de
neutrones. Desde aquí la nebulosa del Cangrejo se percibe como una
ténue cortina de luz que nos envuelve en todas direcciones. La
explosión, que tuvo lugar hace seis mil años, todavía sigue en
marcha, siendo el material de la nebulosa metralla que se aleja a una
considerable velocidad. El cadáver estelar que tenemos delante, y
que una vez fue un sol que trajo el día a este lugar, es ahora un
punto minúsculo, una masa tan concentrada, que siendo más pequeña
que Atenas, tiene el doble de la masa de Helios. Una cucharada pesa
una tonelada […].
[…] Contra todo pronóstico hemos
encontrado planetas. Hace casi un milenio que sabemos que existen
planetas orbitando algunas pulsantes, pero no esperábamos que se
hubieran formado en tan poco tiempo. Tal vez se trate de asteroides
que un día formaron parte del sistema planetario que debió existir
aquí. Hemos hallado uno aproximadamente del tamaño de Hades. Por
hallarse a una distancia similar de o que fue su sol que Hades de
Helios, siendo originales lo hemos bautizado con ese nombre[...].
[...]Ha sucedido algo sumamente
extraño. Una de las sondas que enviamos a la superficie de Hades
detectó una fuente de radiación gamma (por encima del fondo de
radiación en el que nos hallamos envueltos). A medida que se
acercaba, siguiendo el rastro, observamos lo que parecía un extraño
accidente natural. Pero no se trata de un accidente natural. Es... un
artefacto. Podría compararse a una de nuestras sondas, pero su forma
constituye un verdadero sinsentido desde el punto de vista del
diseño. Diríase que llega a ser grotesca. Posee unas protuberancias
que podrían ser antenas, o cámaras, o detectores... Su origen es,
ciertamente un misterio. ¿Podría tratarse de algo dejado por los
habitantes del sistema planetario que aquí existió? La estrella era
demasiado masiva para permanecer en la secuencia principal el
suficiente tiempo como para dar origen a una civilización
tecnológica. ¿O podría ser una sonda de exploración procedente de
otro sistema planetario?
¿Tal vez esté operada por una nave
como la nuestra, llena de alienígenas? No hemos detectado la
presencia de otra nave, pero ello no significa que no exista. Bien
pudieran hallarse camuflados. La idea nos parece perturbadora y nos
llena de profundo temor.
[…]
Un desastre. Al tratar de acercarse
nuestra sonda, el artefacto ha reaccionado atacándola. Acto seguido
hemos empezado a detectar ecos a nuestro alrededor. Acaso se trate de
otras sondas, o de naves tripuladas, no lo sabemos. Pero ante la
sospecha de que sus intenciones hacia nosotros pudieran ser
abiertamente hostiles, hemos decidido abandonar el sistema a toda
prisa.
Pempté de metagitnión.
Hemos regresado sin novedad a las
inmediaciones de Helios. La buena noticia es que escapamos a las
naves alienígenas, aunque la certeza de que se hallan a una
distancia tan relativamente próxima en el espacio, es motivo de
inquietud. La mala es que, nos tememos que en nuestra ausencia haya
ocurrido algo. Los canales de radio funcionan, y están abiertos,
pero solo recibimos estática. El ingeniero de motores pensó que, al
haber activado el impulsor de curvatura sin tener tiempo de hacer los
cálculos con un nivel más elevado de precisión, nos hubiera
situado en otro sistema planetario, pero aparte lo remota que es esa
posibilidad, hemos calculado nuestra posición respecto a las
estrellas fijas y no cabe duda de que nos hallamos en casa. La
posibilidad, admitida por la teoría, pero aún más remota –y
aterradora-- de un accidental viaje en el tiempo, queda descartada,
además, por la presencia de la luz de la Nueva, cuyos fotones hemos
adelantado en nuestro viaje de vuelta.
Por tanto nadie a bordo se explica la
ausencia total de señales de radio: ni las balizas del cinturón de
asteroides, ni las emisiones de las colonias de Zeus, ni del centro
de control de Ares, ni Gea, ni Venus... […]
[...]Al aproximarnos a Gea hemos
descubierto, con un terror indescriptible que ha bordeado el pánico,
que el anillo ecuatorial ha desaparecido, así como las luces de las
ciudades. Sin duda se trata de nuestro planeta pero no hay ni rastro
de otras naves, ni de los ascensores espaciales, ni del anillo.
En cuanto a las luces, no es que el
planeta se halle del todo a oscuras. El telescopio revela trazos de
luz artificial allí donde deberían estar las ciudades: Atenas,
Alejandría, Bizancio...Pero solo son eso, pálidos reflejos de lo
que deberían ser brillantes conurbaciones derramando su luz a los
cielos.
Un hecho aún más perturbador: según
la espectroscopía, se trataría de llama, fuego, tal vez luces
procedentes de lámparas de aceite o velas... Diría que
efectivamente hemos retrocedido en el tiempo, de no ser por la
presencia de la Nueva y de la posición de las estrellas fijas, que
se empeñan en decir que estamos en el quinceavo día del mes de
metagitnión del año primero de la olimpiada 459.
Diario personal.
Hace un año que hemos vuelto. Al final
decidimos descender en uno de los transbordadores de emergencia, y lo que hallamos... No
viajamos en el tiempo, no. Viajamos a una época y un lugar
imposibles. Tal vez un error en los cálculos, o un accidente no
previsto por la teoría de la curvatura, o... o quizá fueron
ellos... El caso es que nos hallamos en una Gea alternativa. Un lugar
idéntico al nuestro hasta aproximadamente un siglo antes de la
fundación de la Biblioteca.
En algún momento, no sabemos cuál ni
qué acontecimiento ocurrió o dejó de ocurrir, nuestro mundo y este
empezaron a diverger. De modo que aquella pequeña república se
extendió por el Mar Interno y se convirtió en imperio; la
civilización declinó progresivamente en un estado de decadencia que
culminó con el incendio de lo que fue nuestra primera Universidad
moderna, la que dio origen a la Termodinámica, el Electromagnetismo,
la Relatividad y parte de la Teoría Cuántica y el impulso de
curvatura...
Nos hallamos en el año 1055 de algo
llamado Era Cristiana.
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