viernes, 20 de febrero de 2015

El artefacto


Diario de bitácora, noumenía de metagitnión del año uno de la 459ª olimpiada.
Al alba hemos soltado amarras del anillo ecuatorial de Gea. En la superficie, aún a oscuras, vemos las ciudades brillar como perlas mientras la fuerza centrípeta nos aleja lentamente del planeta. La oikounmene en todo su esplendor.
Nuestro destino final es la Estrella Nueva del Toro, pero en primer lugar hemos de dirigirnos al punto GeHelios-2 para poder realizar el salto.
La Nueva sorprendió a todos el pasado tetarte de ecatombeón, siendo visible en el cielo diurno durante veintitrés jornadas, y permaneciendo todavía visible a simple vista por las noches. Se trata de la estrella Gamma del Toro, una gigante roja cuya vida ha tocado a su fin...

Dekate de metagitnión. Llevamos cinco jornadas en el punto GeHelios-2, mientras los ingenieros calculan el punto de inserción menos peligroso para la nave con la ayuda del ordenador de abordo. Según las teorías de evolución estelar, lo que nos vamos a encontrar allí será una estrella de neutrones pulsante, por lo que debemos situarnos fuera del plano del barrido de su haz de mortífera radiación […]
Aquí siempre estamos iluminados por Helios, al tiempo que vemos siempre el lado diurno de Gea. Dedico algunos de mis escasos ratos libres a contemplar por el telescopio la sucesión de continentes, océanos y mares, que se muestran a medida que el planeta rota, amén de la evolución de las estructuras nubosas que juegan a cubrir su superficie. Blanco sobre azul, manchones verdes y ocres. Un ciclón tropical se dirige inexorablemente a las Islas Karipona. Es lo último que veo de nuestro hogar antes del primer salto.

[…]

Dada la imposibilidad de calcular desde aquí un punto seguro, debido a las interferencias causadas por lo reciente de la explosión, hemos decidido saltar a un punto intermedio entre nuestro sistema planetario y la Nueva. Un punto situado a la mitad de la distancia que nos separa, que es de unos 6300 años luz. A tres mil años luz de distancia podremos observar claramente la estrella pulsante tal y como la veremos a nuestra llegada […].

Diario de bitácora. Inserto.
A pesar de que desde niños nos educamos manejando, entre otros, los conceptos de la Astronomía, y de mis años de servicio, primero como oficial y luego como capitán de una nave de exploración interestelar, me sigue causando escalofríos la enormidad del Cosmos. Cuando se produjo la explosión, nuestra cultura ni siquiera se había formado, no existía nuestra lengua, ni la lengua de la que evolucionó nuestra lengua; apenas se habían empezado a domesticar animales y la agricultura se extendía lentamente a lo largo y ancho de Gea. Apenas sí existía algo que pudiera llamrse “ciudad”.
Seis mil trescientos años tardó la luz en llegar. Y eso que Nueva se halla dentro de nuestra propia galaxia.
Y nosotros podemos salvar esa distancia en un instante infinitesimal de tiempo gracias a la métrica de curvatura. Llevamos casi mil años fundando colonias en Ares y Venus, tras geotransformarlos; también en los satélites de Zeus y más allá. Habíamos llegado a los confines del sistema, allí de donde caen los cometas, pero ante nosotros se abría una brecha, un abismo insalvable. Desde la consecución el primer salto, hace casi cien años, nos hemos lanzado a las estrellas. No solo a fundar colonias, sino a explorar lugares exóticos. La Nueva de este año nos llama a gritos, así que ahí vamos.
A las 23:00, Meridiano de Atenas, iniciamos el primer salto.

Proté de metagitnión.
Estamos envueltos en la noche eterna del espacio interestelar. La luz que nos llega de Helios, ahora una estrella mortecina apenas visible a través del telescopio, es la misma que iluminó los días de Sesostris I. Delante de nosotros, la nebulosa remanente. El oficial jefe científico, nada más observarla afirmó que le recordaba un cangrejo. Todos estuvimos de acuerdo, así que la hemos bautizado oficialmente como Nebulosa del Cangrejo. La vemos como fue hace tres milenios. Cuando lleguemos se habrá expandido más, pero esencialmente habrá cambiado muy poco.

Deutera de metagitnión.
Una vez calculado un punto de salto seguro, hemos procedido a activar los impulsores de curvatura. Nos hallamos a cuarenta Unidades Astronómicas de la estrella de neutrones. Desde aquí la nebulosa del Cangrejo se percibe como una ténue cortina de luz que nos envuelve en todas direcciones. La explosión, que tuvo lugar hace seis mil años, todavía sigue en marcha, siendo el material de la nebulosa metralla que se aleja a una considerable velocidad. El cadáver estelar que tenemos delante, y que una vez fue un sol que trajo el día a este lugar, es ahora un punto minúsculo, una masa tan concentrada, que siendo más pequeña que Atenas, tiene el doble de la masa de Helios. Una cucharada pesa una tonelada […].

[…] Contra todo pronóstico hemos encontrado planetas. Hace casi un milenio que sabemos que existen planetas orbitando algunas pulsantes, pero no esperábamos que se hubieran formado en tan poco tiempo. Tal vez se trate de asteroides que un día formaron parte del sistema planetario que debió existir aquí. Hemos hallado uno aproximadamente del tamaño de Hades. Por hallarse a una distancia similar de o que fue su sol que Hades de Helios, siendo originales lo hemos bautizado con ese nombre[...].

[...]Ha sucedido algo sumamente extraño. Una de las sondas que enviamos a la superficie de Hades detectó una fuente de radiación gamma (por encima del fondo de radiación en el que nos hallamos envueltos). A medida que se acercaba, siguiendo el rastro, observamos lo que parecía un extraño accidente natural. Pero no se trata de un accidente natural. Es... un artefacto. Podría compararse a una de nuestras sondas, pero su forma constituye un verdadero sinsentido desde el punto de vista del diseño. Diríase que llega a ser grotesca. Posee unas protuberancias que podrían ser antenas, o cámaras, o detectores... Su origen es, ciertamente un misterio. ¿Podría tratarse de algo dejado por los habitantes del sistema planetario que aquí existió? La estrella era demasiado masiva para permanecer en la secuencia principal el suficiente tiempo como para dar origen a una civilización tecnológica. ¿O podría ser una sonda de exploración procedente de otro sistema planetario?
¿Tal vez esté operada por una nave como la nuestra, llena de alienígenas? No hemos detectado la presencia de otra nave, pero ello no significa que no exista. Bien pudieran hallarse camuflados. La idea nos parece perturbadora y nos llena de profundo temor.

[…]

Un desastre. Al tratar de acercarse nuestra sonda, el artefacto ha reaccionado atacándola. Acto seguido hemos empezado a detectar ecos a nuestro alrededor. Acaso se trate de otras sondas, o de naves tripuladas, no lo sabemos. Pero ante la sospecha de que sus intenciones hacia nosotros pudieran ser abiertamente hostiles, hemos decidido abandonar el sistema a toda prisa.

Pempté de metagitnión.
Hemos regresado sin novedad a las inmediaciones de Helios. La buena noticia es que escapamos a las naves alienígenas, aunque la certeza de que se hallan a una distancia tan relativamente próxima en el espacio, es motivo de inquietud. La mala es que, nos tememos que en nuestra ausencia haya ocurrido algo. Los canales de radio funcionan, y están abiertos, pero solo recibimos estática. El ingeniero de motores pensó que, al haber activado el impulsor de curvatura sin tener tiempo de hacer los cálculos con un nivel más elevado de precisión, nos hubiera situado en otro sistema planetario, pero aparte lo remota que es esa posibilidad, hemos calculado nuestra posición respecto a las estrellas fijas y no cabe duda de que nos hallamos en casa. La posibilidad, admitida por la teoría, pero aún más remota –y aterradora-- de un accidental viaje en el tiempo, queda descartada, además, por la presencia de la luz de la Nueva, cuyos fotones hemos adelantado en nuestro viaje de vuelta.
Por tanto nadie a bordo se explica la ausencia total de señales de radio: ni las balizas del cinturón de asteroides, ni las emisiones de las colonias de Zeus, ni del centro de control de Ares, ni Gea, ni Venus... […]

[...]Al aproximarnos a Gea hemos descubierto, con un terror indescriptible que ha bordeado el pánico, que el anillo ecuatorial ha desaparecido, así como las luces de las ciudades. Sin duda se trata de nuestro planeta pero no hay ni rastro de otras naves, ni de los ascensores espaciales, ni del anillo.
En cuanto a las luces, no es que el planeta se halle del todo a oscuras. El telescopio revela trazos de luz artificial allí donde deberían estar las ciudades: Atenas, Alejandría, Bizancio...Pero solo son eso, pálidos reflejos de lo que deberían ser brillantes conurbaciones derramando su luz a los cielos.
Un hecho aún más perturbador: según la espectroscopía, se trataría de llama, fuego, tal vez luces procedentes de lámparas de aceite o velas... Diría que efectivamente hemos retrocedido en el tiempo, de no ser por la presencia de la Nueva y de la posición de las estrellas fijas, que se empeñan en decir que estamos en el quinceavo día del mes de metagitnión del año primero de la olimpiada 459.

Diario personal.

Hace un año que hemos vuelto. Al final decidimos descender en uno de los transbordadores de emergencia, y lo que hallamos... No viajamos en el tiempo, no. Viajamos a una época y un lugar imposibles. Tal vez un error en los cálculos, o un accidente no previsto por la teoría de la curvatura, o... o quizá fueron ellos... El caso es que nos hallamos en una Gea alternativa. Un lugar idéntico al nuestro hasta aproximadamente un siglo antes de la fundación de la Biblioteca.
En algún momento, no sabemos cuál ni qué acontecimiento ocurrió o dejó de ocurrir, nuestro mundo y este empezaron a diverger. De modo que aquella pequeña república se extendió por el Mar Interno y se convirtió en imperio; la civilización declinó progresivamente en un estado de decadencia que culminó con el incendio de lo que fue nuestra primera Universidad moderna, la que dio origen a la Termodinámica, el Electromagnetismo, la Relatividad y parte de la Teoría Cuántica y el impulso de curvatura...
Nos hallamos en el año 1055 de algo llamado Era Cristiana.

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